Yaz Queen

Las pasiones de Yaz. Yaz, a quien también le dicen Lombriz, tiene 24 años y vive en la Ciudad de México. Todo lo que hace en su vida es movido por la pasión; así fue cuando estudiaba psicología y así es en su trabajo actual. Ahora también tiene otras motivaciones: su hijo de cinco años, compartir con su novix, estar bien con ella misma y saber que puede ayudar a que sus compañeras también lo estén, “poder tener la confianza en que alguien busca un bienestar compartido, potenciar nuestras fortalezas y nuestros afectos también.”

Cuando mira hacia atrás, le da felicidad ver sus crecimientos personales, que incluyen también lo económico, porque ahora tiene una casa estable. “No tengo que correr en mudanzas, porque el prejuicio contra mi trabajo me hizo mudarme hasta cuatro veces en un año”.

Yaz inició como trabajadora sexual a la mitad de su carrera de psicología, ya que no tenía dinero para mantener a su hijo, vivía con sus papás, pero no quería dejar sus estudios.

“Pensaba que podía ayudarme a cumplir mi objetivo de ser psicóloga, pero mis motivaciones cambiaron y dejé de querer ser licenciada en nada.” Se ha apropiado de su identidad como trabajadora sexual y al menos hasta que su hijx tenga mayor independencia, eso va a seguir así.

El trabajo sexual le ha ayudado a ver otros matices de la vida: “que no necesitaba cumplir el ideal de éxito que todos esperan, porque, como he escuchado de mi compañera Daniela, el trabajo sexual generalmente se llega a asociar con el fracaso social, con lo contrario a hacer las cosas bien y ser exitosx.” Pero Yaz hoy disfruta mucho más de su sexualidad, reconoce mucho mejor sus límites personales y está con personas que la aman.

Darle a su hijo la oportunidad de crecer cerca de ella, es otra cosa que le ha dado el trabajo sexual: poder comer con él, hacer noche de películas y ver cuando termina su tarea o me ayuda a hacer el quehacer, es un gran impulso. Además, disfruta mucho estar con su novix “sabernos juntxs en nuestros caminos de vida y poder dormir juntxs cuando termina el día… saber que nos acompañamos en nuestros procesos desde la ternura y el cuidado”

Lombriz reconoce también su avance en sus formas de relacionarse, pues antes se vinculaba mayoritariamente con hombres cis heterosexuales y gracias al trabajo sexual se comenzó a reconocer y saber que eso no la hacía feliz y que fue violento. “En la actualidad, el cariño que hay entre mi pareja y yo es distinto porque se siente real.”

Fuera del activismo, le apasiona bailar o danzar diferentes ritmos, que su corazón vibra de emoción “al moverme como me dé la gana.”

Ese cambio en las relaciones no solo fue con parejas, sino que ahora se siente movida por la posibilidad de apoyar a alguna de sus compañeras que no tiene vivienda o que experimenta discriminación, “para que no tenga que vivir el proceso de reconocerse puta en soledad”.

Yaz reconoce que es gracias al trabajo político de sus compañeras que su trayecto ha sido así: “Hemos compartido el trabajo comunitario, pero también risas y nos apoyamos cuando alguna tiene un problema. Y esa es la forma en la que yo le apuesto que pueden lograrse avances comunitarios en el trabajo sexual: acompañándonos entre pares.”

Sin embargo, sigue enfrentándose a situaciones muy difíciles que, contrario a lo que se podría pensar, no han sido por el hecho de estar en contacto con los clientes sino por saber manejar el rechazo social. “Cuando recién empecé a ejercerlo tuve que encontrarme sola por momentos. Amistades que sentía sólidas en mi vida comenzaron a alejarse. Por algunas situaciones mi familia lo supo casi recién empecé a ejercerlo y su respuesta actuó junto con esa sensación de rechazo.”

Le ha costado 3 años poder entablar conversaciones con su mamá y el puente para hacerlo ha sido su hijx. “Hubo ocasiones en las que no querían aceptar dinero por considerarlo «dinero sucio», simplemente no me dirigían la palabra o no era bienvenido en sus reuniones.”

Actualmente, Lombriz considera que la gente que no la acepta como es: mamá, parte de la disidencia sexual y puta, no tiene cabida en su vida. Ha aprendido a marcar límites, a forjar su independencia y a saber tejer otras redes de apoyo distintas a la familia de donde se nace. “Yo de mis compañeras putas he encontrado apoyo y me parece importante tejer redes puteriles para que ninguna tenga que volver a pasar por esto sola.”

Para Yaz, el prejuicio hacia el trabajo sexual nunca se va a quitar si no se habla de ello, pero no desde el rescate o el asistencialismo, sino reconocernos como sujetas políticas y sujetas de derechos y que muchisimas de las personas ejercen este trabajo desde el silencio, y llevan una doble vida que pesa demasiado.

“La gente tiene muchas posibilidades de apoyar al trabajo sexual. En principio, con espacios como este que reconozcan la voz de quien lo ejerce y escuchar sus voces. También se puede apoyar a los proyectos que tenemos las putas, las colectas, los eventos, con voluntariado, etc. Tener un discurso pro trabajo sexual puede hacer que alguien que conocen, sienta un poco menos de presión.”

Tú puedes ayudar a construir una sociedad en la que vivamos sin miedo a ser quienes somos. Un México diverso y justo también para las trabajadoras sexuales, en el que nadie pueda matar nuestros sueños con su odio. Un país seguro, también para las personas trans.

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