Frente al espejo. Sofía sueña con que todas las personas podamos tener vidas dignas y libres, sin violencias ni injusticias por parte de nadie. Como muchas otras mujeres, ha vivido de primera mano varias formas de violencia por su manera de vivir. Sabe lo importante que es para todas ser aceptadas y apoyadas por nuestro entorno cercano.
Desde adolescente vivió la angustia de no poder platicar con personas adultas sobre su relación de pareja y los problemas de salud mental que atravesaban debido al rechazo familiar. Sabe lo que es recibir ataques de desconocidos en las fiestas y en las calles y temer la pérdida de oportunidades de empleo.
Recuerda la sensación de que había algo “malo” en su deseo por otras mujeres. De que era pervertido o de alguna forma inapropiado. Temía ser vista como lesbiana, como si fuese algo malo. “Temía que se me notara”. Todo esto, debido al estigma hacia las lenchas.


A 10 años de haber empezado a relacionarse con mujeres, Sofía cuenta que todavía se llega a mirar al espejo o a ver publicaciones sobre ella en redes sociales y sentir “una pizca de incomodidad ante lo lencha que me veo, o lo abierta que soy sobre lo mucho –muchísimo– que me gustan las mujeres”. Todavía puede resultar intimidante que así la vean su familia, sus contactos profesionales y el mundo en general.
Sofía profundiza en su sueño: que las mujeres (o personas que así sean identificadas) sáficas (que desean a otras mujeres), dejen de sentirse solas e inseguras y que todas gocen de excelente salud mental. Esto solo puede darse en un contexto libre de violencias y sin aislamiento a causa de sus deseos, relaciones y expresiones de género.
La aceptación completa de su familia -después de varios años- , trabajar en un lugar como Balance, en donde no hace falta que esconda su sexualidad sino que se celebra, y que pueda transitar con bastante seguridad en su entorno cercano, son cosas que le han ayudado mucho.

