La locura de luchar. A Ilse le gusta platicar con sus amigas y amigos, leer, meditar, tomar té de varios sabores y escribir sobre lo que piensa e imagina, salir a caminar para sentipensarse. Le apasiona pintar, escuchar todo tipo de música, leer y encontrar el aprendizaje en todo lo que le rodea. Lo que más desea es vivir en plenitud y armonía con ella misma, con lo que es y con lo que construye cotidianamente. Valora su libertad por sobre todas las cosas.
Por mucho tiempo y por distintas circunstancias, sintió que lo preestablecido la ataba y no coincidía con sus verdaderos deseos. Las barreras que le imponía su entorno debido a su identidad como persona loca, hicieron que viviera desde niña diversas violencias y discriminación. Sin embargo, de la mano de su activismo, comenzó un proceso de liberación personal que le permite día a día soltar un poco más esas ataduras.
“Me pone triste presenciar injusticias en el mundo, y en mi vida. Nadie lo merece, porque se anula su dignidad y su vida. Pero la tristeza te permite elaborar alternativas, crear rutas para entender lo que ocurre y poder incidir en lo posible”. Ilse se autodefine como “loca” y se siente orgullosa de todo lo que es y lo que ha construido.


Al saber que tenía un diagnóstico psiquiátrico, la escuela en la que estudiaba su licenciatura la expulsó. “La psiquiatría no ha sido amable con mi cuerpo, con mis experiencias y la sociedad tampoco”. Terminó aislándose en casa por mucho tiempo, sin expectativas ni sueños. “Hasta que una parte de mi se enojó y se dio cuenta de que nadie haría justicia a mi vida más que yo misma: ni las instituciones, ni la sociedad, ni la escuela.” Su enojo fue su fuerza para salir, estudiar y trabajar.
“Desde esta fuerza, confío en que la autogestión basada en la confianza mutua y la escucha, es un camino efectivo para lograr construir alternativas que promuevan el bienestar de las personas con discapacidad psicosocial”.
Poco a poco se involucró en el activismo y conoció a personas maravillosas que, como ella, luchaban por la dignidad individual y colectiva. Se encontró con sus compañeras y compañeros de SinColectivo, desde donde acciona, se construye y se afirma.
“Mis redes de apoyo son amigos, amigas, activistas, y personas que a la distancia sostienen, han sido fundamentales para mí. Sin su compañía, nunca habría podido llegar hasta este punto de mi vida.”
Ilse se ha enfrentado a violencia de género y machista, a la violencia psiquiátrica, a la violencia por discapacidad y a diversas formas de discriminación. Por eso, para ella es importante impulsar cambios y generar condiciones de vida dignas para ella y millones de personas en el mundo que la están pasando muy mal porque no tienen acceso a servicios de apoyo necesarios para abordar estados psicosociales complicados. Son personas etiquetadas, estigmatizadas, a quienes no se les permite trabajar, ser autónomas, tener sueños y vivir.


“No me cansaré de exigir mis derechos, y de expresar mi identidad, necesitamos reapropiarnos de nuestros propios cuerpos y expresar nuestras ideas, como personas locas, neurodivergentes o con discapacidad psicosocial. Necesitamos aliadas y aliados. No necesitamos a alguien que nos diga qué hacer. Necesitamos escucha y mecanismos que garanticen la participación de todas las personas con discapacidad psicosocial.”
Ilse nos hace un llamado claro a aportar escucha y visibilización de situaciones cuerdistas, de discriminación o violencia. No dejemos de señalarlas, opinar y deconstruirnos para reivindicar la dignidad de todas las personas, desde el rol que tengamos.